En política sería idóneo que los cargos públicos los ocuparan la gente más preparada posible en su ámbito de competencia, que fueran profesionistas de formación y con la experiencia necesaria para desempeñar el encargo de servir a la ciudadanía.
Sin embargo, en muchos casos no es así, pues es bien sabido que quien llega a ocupar un cargo no siempre es por su capacidad, sino por los contactos, compadrazgos y otras muchas artimañas que ensucian y entorpecen la vida política en los municipios.
En el gobierno de Oscar Hernández Meza puede que sea así, pero al que le corresponde determinar esto es a usted, amable lector, ya que esos sueldos son pagados con dinero público, por lo tanto, esto le incumbe y le concierne.
Para empezar, según las fichas curriculares de estos funcionarios, la síndica municipal, Leticia Navarro Becerril, no cuenta con licenciatura y sabrá Dios cuál será su último grado de estudios, que quizá por vergüenza omitió en su ficha curricular, así como su anterior ocupación.
Mismo caso de omisión del coordinador de Protección Civil y también del titular del Centro de Mando y Control C2, quien tampoco indica sus estudios ni experiencia previa. Tampoco sin estudios está el director de Movilidad, mientras que el coordinador de Atención a la Juventud solo tiene la primaria. Ya un poco más estudiados están el director de Servicios Públicos y la directora de Igualdad de Género y Erradicación de la Violencia, quienes sí terminaron la secundaria.
Con el gran logro de tener el bachillerato concluido, están el secretario particular del Ayuntamiento, Miguel Ángel Rosas Mendoza, el coordinador de inclusión, el jefe de Protección Civil, el director de Fomento Agropecuario, la directora de Desarrollo Económico y el comisario de Seguridad Ciudadana, Edgar Eduardo Tarango Velázquez, quien también tiene en su currículum los señalamientos de presunto acoso sexual que le hiciera una de sus subordinadas.
Qué grandes historias de superación las de estas personas, a las que no les hizo falta una licenciatura para ocupar estos cargos. Aunque, por otra parte, tampoco tener una licenciatura garantiza que sepan hacer bien su trabajo, y el claro ejemplo es el jefe de todos ellos, el presidente municipal, quien a pesar de ser licenciado en derecho y de varias veces ocupar ese cargo, no ha sabido gobernar el municipio más que para beneficio de unos cuantos. Dice textualmente su ficha curricular que nació “en el seno de una familia ligada a la política”. Ese, quizá, es su mayor logro.
Osvaldo García