Por inverosímil que parezca, todo parece indicar que aparentemente, “el mayestro” Rausel Cervantes, junto con su familia y algunos allegados, se han adueñado de Joquicingo o al menos así se sienten, ¡Dueños!
Cómo ya es sabido, este medio de comunicación es distribuido los viernes, labor que, dicho sea de paso, busca llegar hasta su puerta o negocio para que esté usted enterado, en este caso, de los tejes y manejes de sus gobernantes.
Sin embargo, como si se tratara de la época de los Picapiedra, el pasado viernes 24 de junio, a nuestro personal de distribución le fue impedido el paso a punta de amenazas por la Señora Cristina Huertas, mamá del “profesorcito” alcalde de Joquicingo; acompañada de empleados de una construcción que se encuentra frente a la preparatoria 129, quienes la respaldaron con palas y picos en mano, cuando a grito pelón intentando amedrentar, impidió el paso de los repartidores.
Usted perdonará, querido lector, que no citemos las maldiciones de la señora, pero son realmente vergonzosas, pero ¡Qué bonito y florido inglés maneja la mamá del edil!
Y la cosa no paró ahí, pues personal de esta casa editorial, acudió al lugar el pasado 27 de junio, con la finalidad de recabar información sobre la presunta agresión para realizar la denuncia pertinente y ¡Oh sorpresa! Esta vez fue el mismísimo “mayestro” Rausel Cervantes Huertas, quien le atravesó su bonita camioneta blanca a nuestros colaboradores, no para presumirla sino para impedir el paso.
Resulta lastimosamente penoso que las acciones de estos personajes dejen tan mal parado al sector educativo, porque pareciera que la familia presidencial conoce de todo, menos de educación.
Habría que recordarle al alcalde que, desde el momento en el que se postuló como candidato a la presidencia municipal de Joquicingo, quedó sometido al escrutinio público y que, a diferencia de lo que piensa su señora madre, los datos difundidos por este medio son respaldados por la información que el personal de la municipalidad publica en sus respectivos portales de transparencia.
Si bien es cierto que dichas publicaciones causan escozor en la familia Cervantes y sobre todo en la familia Huertas, sobre todo por el dudoso manejo de la administración pública de Joquicingo, sería muy bueno que algún buen samaritano les explique al alcalde el significado de libertad de expresión, libertad de prensa y sobre todo de libre tránsito y una vez que lo entienda, tenga a bien hacer buen uso de la profesión que ostenta para dar una cátedra significativa a su familia y les explique que la época de los Picapiedra y los cavernícolas ya pasó, que en estos tiempos hay leyes, instancias y autoridades que distan mucho de las palas y los picos.
En política hay dos certezas, la primera es que los cargos se terminan y la segunda es que, de los resultados obtenidos, hay de dos sopas: el reconocimiento y satisfacción de haber cumplido a cabalidad con sus funciones; o el señalamiento permanente de haber perdido la oportunidad de cumplirle a su pueblo y haberse servido del pueblo.
El tiempo dirá por cuál camino decide irse el flamante “profesorcito”, porque a diferencia de lo que aparentemente su ego piensa, son muchas las denuncias de los ciudadanos, que con tristeza dicen haberse equivocado con este personaje que, al parecer, ya se siente dueño de Joquicingo.
Ariz Vega