Al parecer, la estrategia de seguridad de Erika Sevilla y su dirección de Seguridad Pública se basa en eventos, paseos, sacarse la foto y demás faramalla, en vez del patrullaje, vigilancia y respuesta a las denuncias ciudadanas.
Esto parece ser así después de las múltiples denuncias y observaciones de los vecinos de San Mateo Mozoquipan, quienes recientemente han mostrado videos, captados por sus propias cámaras privadas de vigilancia, de personas que en las noches salen a robar y hacer de las suyas sin que ninguna patrulla o policía les diga nada.
A través de redes sociales circulan fotografías donde se puede apreciar a dos sujetos en bicicletas presuntamente extraídas de un domicilio en los ejidos de San Mateo Mozoquilpan. Usuarios reportan que es frecuente este tipo de acciones a causa de la aparentemente nula vigilancia por parte de la policía municipal.
Además del robo a casa habitación, los delitos relacionados a vehículos y autopartes son los que más sufren y temen los vecinos del municipio. Estos se refleja en las estadísticas de incidencia delictiva proporcionadas en datos abiertos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los cuales muestran que hasta mayo pasado se han reportado en el municipio 27 robos de auto, y a este paso se estarían superando las cifras de 2022.
Para la ciudadanía, de nada sirve que los policías y la alcaldesa Erika Sevilla se muestren en eventos y demás actividades relacionados con la seguridad, si en la práctica no se ve un combate efectivo contra delitos del fuero común, como los mencionados robos. Ya ni hablar de delitos de alto impacto, que también se han dado recientemente en el municipio, ya que al parecer está de moda decir que eso le corresponde a los gobiernos estatal y federal. Por su puesto, si los municipales no pueden ni con los ladrones de bicicletas, qué van a hacer con situaciones más graves.
Es muy fácil lavarse las manos en cuestión de delincuencia y echar la bolita a otros órdenes de gobierno, cuando de hecho se sabe que existen jerarquías y que el gobierno municipal, se supone, es el contacto más cercano a la ciudadanía.
Es claro que ejercer una encomienda pública debe ir más allá del deseo de atención o del simulacro de “hacer como que trabajan”, encabezar eventos y salir en redes sociales, ya que en la realidad estas situaciones de inseguridad afectan en la calidad de vida de las personas, quienes con esfuerzo se hacen de sus pertenencias y su patrimonio, y más allá de las cifras, la carga social que conlleva vivir en un lugar donde hay que cuidarse todo el tiempo, destruye poco a poco el sentido de comunidad.
Osvaldo García