Clandestino

El presunto negocio del agua en Joquicingo

A pesar de estar en plena época de lluvias, el problema del abasto de agua potable en Joquicingo no se termina, lo que indica que más que un problema de cantidad de agua es un problema de cómo se está administrando y de la posible falta de infraestructura hídrica que la garantice a todos los habitantes.

En este Semanario ya se han expuesto algunas irregularidades relacionadas con el vital líquido, como el hecho de su falta de cloración en la comunidad de El Guarda de Guerrero y la escasez en barrios de la cabecera, pese a las constantes peticiones de los vecinos.

Sin embargo, la realidad es que mientras a unos les falta, otros aparentemente están haciendo negocio con ella, ante la displicencia del gobierno que encabeza Rausel Cervantes, mejor conocido como el “mayestro”, quien a pesar de que ya ha sido informado formalmente en cabildo (sesión ordinaria No. 48), no ha solucionado el hecho de que uno de los manantiales más importantes de la región, conocido como Ojo de Agua, esté siendo utilizado para comercializar agua presuntamente de manera clandestina, haciendo negocio en colonias donde no les llega el agua, presumiblemente también vendiéndosela a las purificadoras e incluso comercializándola fuera del municipio.

Asimismo, en la sesión de cabildo número 50, el primer regidor hizo ver la necesidad de regular a las purificadoras y los autolavados del municipio, precisamente porque el agua es el gran tema pendiente en la entidad. Imagínese lector, para que incluso el primer regidor Alan Solano, uno de los consentidos y más cercanos de Rausel, le apuntara al presidente la urgencia e importancia de hacer en el tema del agua.

De igual manera, el que no quita el dedo del renglón es el tercer regidor Lázaro Torres, quien lleva precisamente la comisión del agua y que prácticamente cada sesión de cabildo expone una problemática relacionada con el abasto del vital líquido: “Siguen cargando las pipas en el ojo de agua, se tiene que tomar medidas para evitar estas prácticas clandestinas”, ha dicho el regidor.

Pero como dice el dicho: “a chillidos de marrano, oídos de carnicero”, pues hasta la fecha no hay acciones concretas, por parte del ejecutivo municipal, para solventar estas problemáticas y su inacción se sigue viendo reflejada en la escasez que sufren muchos vecinos, y el presunto lucro que particulares hacen con el agua. Cabe recordar que el acceso al agua potable es un derecho humano inalienable y que el gobierno debe ser garante de esos derechos, y si no puede ni regular el negocio de las pipas clandestinas ni garantizar un abasto suficiente, entonces ¿qué tipo de gobierno hay en Joquicingo?

Osvaldo García

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