Como los nuevos ricos a los que se les abre la posibilidad de gastar sin consecuencias, Rausel Cervantes y Josefina González, presidente municipal y presidenta honoraria del DIF, al parecer, cumplen con sus caprichos a costa del dinero del municipio. Aunque ya le tocará al lector discernir si estos gastos son necesarios y justificados, o más bien se trata de gustitos que se dan los que por primera vez prueba las mieles del poder y la política.
El caso más evidente de estas ganas de sentirse como niño en juguetería es la compra de las cabinas sanitizantes hace más de un año y que ahora son más bien un estorbo en las entradas de la presidencia, como del DIF municipal.
Cabe recordar que éstas fueron compradas e instaladas en julio de 2022, por un monto de 20 mil 800 pesos cada una, sumando ambas 41 mil 600 pesos.
Lo extraño del caso, y lo que hace que parezca un capricho y no como algo necesario o urgente, es que fueran adquiridos en una de las etapas en las que la emergencia por covid-19 estaba en franco declive, como lo muestran los datos de la Secretaría de Salud Federal, ya que el semáforo epidemiológico se encontraba en amarillo, que cabe recordar, era un solo nivel antes de que finalizara cualquier restricción de movilidad, y en general, de volver a la actividad “normal”. Además de que la curva de defunciones diarias estaba en su mínimo hasta ese momento. O sea que julio de 2022 era el momento más bajo de la pandemia desde su inicio.
Esto, principalmente, porque al 25 de julio de 2022, ya se había alcanzado un porcentaje del 79 por ciento de cobertura de población con la vacuna para esta enfermedad y un 70 por ciento de la población ya contaba además con su refuerzo, que como recordará, la estrategia nacional de vacunación dio prioridad a personas mayores y sectores vulnerables.
Por ello es por lo que resulta extraño que se hayan adquirido estas cabinas sanitizantes en ese momento y no antes, por lo que esta situación se puede prestar a muchas suposiciones, ya que es común que, en algunos ayuntamientos, se aprovechen las compras para beneficios cuestionables, así salen beneficiados el vendedor y el comprador, quien por supuesto, lo hace con el dinero público.
Independientemente de estas acciones que dan mucho qué pensar, pues ya teniendo las mentadas y aparatosas cabinas, lo lógico es que las usaran. Pero no, apenas unas semanas estuvieron en pleno funcionamiento y luego poco a poco fueron arrimadas a un ladito, hasta que ahora lucen como armatostes sin uso ni beneficio para la ciudadanía. Exhibiéndose también como símbolo de una administración, que al igual que las cabinas, no se sabe ni para qué están ahí, presuntamente solo costándole dinero al pueblo.
Osvaldo García