Adiós dignidad al ritmo del “Za za za”
Servidores públicos de Calimaya arman pachanga en biblioteca
Apenas en junio pasado, el Ayuntamiento de Calimaya publicó con bombo y platillo su Código de Ética, que supuestamente sirve para guiar el actuar de los servidores públicos del municipio, de acuerdo a “principios, valores y reglas de integridad, considerados como fundamentales, buscando incidir en el correcto desempeño y comportamiento de los servidores públicos municipales”, como reza este documento en su artículo segundo, y que “tiene por objeto incidir en el comportamiento y desempeño de los servidores públicos; para fomentar en ellos una ética e identidad personal y profesional; así como un sentido de orgullo de pertenencia al servicio público”.
Resulta que 3 meses después, éste importante Código fue pisoteado, al ritmo de “reguetón” y de “La mesa que más aplauda con el Za, za, za”, por los mismos servidores públicos que se enorgullecen de ser un gobierno con ética, incluyendo, por supuesto, al alcalde conocido como “El Capulina” Óscar Hernández Meza.
A estas alturas, ya todo Calimaya conoce los videos donde aparecen varios funcionarios públicos festejando muy animados y alcoholizados, mismos que puede encontrar en redes sociales si busca “Fiesta en oficinas de Calimaya”. Cabe destacar que aparentemente la pachanga fue por motivo del cumpleaños de la directora de Igualdad de Género, Sonia Vargas, quien tuvo el descuido o el desparpajo de transmitir en vivo desde su cuenta de Facebook. Se rumora que, ya con unas copas encima, le dio igual que la gente se enterara de esto. El problema es que tremenda tertulia tuvo lugar en las instalaciones de la Biblioteca Pública municipal y se rumora que fue en horario laboral.
Por supuesto que no se trata de persignarse ni de darse golpes de pecho, pero para todo hay lugares y momentos; cada adulto tiene derecho de festejar y embriagarse como mejor le parezca, pero al hacerlo en un espacio público, y aún más, en un espacio que debe ser cultural, pues ahí ya cobra relevancia, puesto que están pisoteando la dignidad que tienen estos espacios al ser de todos los calimayenses, no de los gobernantes en turno, y que el mismo Código de Ética dice que el servidor público debe “asumir una férrea voluntad de respeto, defensa y preservación de la cultura”.
“Ahí deberían estar, pero para agarrar un libro y ponerse a estudiar para desquitar su sueldo, pero se ve que les es más fácil agarrar el vaso”, dijo un vecino.
De igual manera, se presume que la directora de la Casa de Cultura, Mariana Valdés, fue la organizadora del jolgorio, con la aprobación obviamente del alcalde Óscar Hernández, quien por supuesto estuvo presente. Más allá de este penoso acontecimiento, lo que nos confirma es que más que un gobierno democrático, o sea, que represente al pueblo, es más bien un cacicazgo, donde el líder piensa que puede hacer y deshacer a su antojo, utilizando las instalaciones públicas para fiestas privadas y, sobre todo, saliendo impunes, pues a pesar de que todo Calimaya haya visto su chistecito, al parecer ni para una disculpa pública les da su integridad como funcionarios y mucho menos como personas pues, hasta el cierre de esta edición, ninguno de los involucrados ha salido a dar declaraciones.
Y por si ya se les olvidó o no conocían el término, el Código de Ética contempla la integridad como un principio que debe regir en el gobierno y se refiere a: “Actuar siempre de manera congruente con los principios que se deben observar en el desempeño de un empleo, cargo, comisión o función, con el compromiso de ajustar su conducta a principios y valores éticos que respondan al interés público y generen certeza plena frente a todas las personas con las que se vinculen”.
¿Ahora con qué cara van a sancionar a los infractores del Bando Municipal si ni ellos mismos lo respetan? Pues el Artículo 205, en su numeral XXXIV, está prohibido “ingerir bebidas alcohólicas en la vía pública, cerca de zonas escolares, parques, áreas verdes y deportivas, banquetas, plazas y cualquier espacio público de uso común o libre tránsito”. Y al ser la Casa de cultura, concretamente la Biblioteca Pública, un espacio “público” tendrían que ser sancionados los infractores que puedan ser identificados en los videos. ¿O en Calimaya no se aplica la Ley por igual?
Osvaldo García