“Una necedad, una terquedad”
Así califica el cabildo de Calimaya los intentos de maestra por mejorar su escuela
Era junio de 2020, en plena pandemia y con la incertidumbre a tope por el futuro de la educación, una maestra rural era reconocida por su labor en el paraje conocido como Las Jarillas, en la comunidad de Zaragoza de Guadalupe. La maestra Maricruz recibió por parte de una universidad privada la posibilidad de cursar una maestría de forma gratuita, en reconocimiento a su labor y compromiso comunitario.
La profesora, adscrita al Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe), además de dar sus clases, llevaba o traía a los alumnos hasta sus casas, y en pandemia, procuraba dar una atención a domicilio para que los pequeños no se atrasaran en su aprendizaje, ya que muchos carecían de conexión a internet para hacer clases remotas.
A más de 3 años de esto, las instalaciones donde se sigue impartiendo clases son dos cuartos de tabiques sin pegar y techo de lámina, en lo que solía ser una mina de tepojal. A pesar de que en múltiples ocasiones se ha pedido el apoyo, fue hasta este 2023 en que, con consenso de la comunidad y autoridades auxiliares, se logró que se proyectara la construcción de un aula para esta pequeña escuela, con un presupuesto, según el programa anual de obras, de 528 mil 638 pesos.
Lo que parecía otro triunfo para esta escuela, se vio truncado en la décima sesión extraordinaria de cabildo de Calimaya, realizada el 10 de octubre pasado. En ella, se llevó a cabo el cambio de sede de dos de obras, esto debido a no cumplir con la normatividad. Una de estas, identificada como “FAISMUN IR06-2023” y denominada “Construcción de un aula regional en escuela Las Jarillas”, ahora se llevará a la comunidad de San Bartolito Tlatelolco.
El argumento es que el terreno no cumple con las características, ni legales ni físicas, porque no se tiene la propiedad y porque al haber sido una mina, no es estable para la construcción. Por ello el cabildo votó para cancelar la obra y llevar los recursos a otra comunidad.
Sin embargo, los argumentos de la negativa del alcalde Óscar Hernández y su primer regidor y más fiel adulador, Erick Hernández Munguía, fueron más allá, éste último dijo textualmente: “No olvidemos cuál es su objetivo del CONAFE, ni siquiera tiene un establecimiento o una instalación. El CONAFE es ir casa por casa, es ir a lugares alejados”.
En parte, el regidor tiene razón, ya que el CONAFE “brinda servicios de educación comunitaria para el bienestar desde la primera infancia a niñas, niños y adolescentes que habitan en localidades de alta y muy alta marginación”, como dice la web del Gobierno de México. Sin embargo, no por atender a comunidades marginadas significa que los maestros deban estar condenados a peregrinar en lugares prestados o improvisados, como si no merecieran espacios dignos para la enseñanza. Además, en todo el país hay más de 40 mil planteles de este consejo Nacional, por lo que no sólo es ir “casa por casa”.
Pero la lengua del regidor no paró, y refiriéndose a la intensión de la maestra de tener mejores instalaciones, dijo que “es una necedad de la maestra, es una terquedad, es una insistencia permanente por tener su propia escuela, es como si fuera a título personal. Nadie le quita la intensión, solamente que pueda dar una propiedad que pueda cumplir con las características y les aseguro que el presidente, encabezando el Cabildo y respaldándolo, pues por supuesto que se hace todo”.
Mire nada más, estimado lector, ahora resulta que hay para conseguir apoyo del gobierno municipal ya se debe tener el terreno, y regalado, para que así ellos puedan hacer algo por la educación. También resulta que querer mejorar y dignificar el espacio para los niños es una “necedad” y que luchar por una mejor educación es una “terquedad”, como si no fuera su trabajo como funcionario la gestión y el uso de recursos para atender este tipo de necesidades.
La verdad, y esto lo sabe cualquier persona de trabajo, es que el progreso se hace con la necedad y la terquedad de sobreponerse a la mediocridad de gente, que, como el primer regidor, todo lo que parece mal, aun cuando llevan años viviendo de sus puestos en el gobierno. Sin duda, hay que ser muy terco para poder mejorar el país.
Osvaldo García