Robo a casa habitación, asaltos a transeúntes, cristalazos a automóviles y demás delitos que van subiendo en cuanto a gravedad, es lo que viven día a día los ciudadanos de Lerma. Las quejas sobre la falta de servicios públicos, obra, el deplorable estado de sus calles o la deficiencia en ciertos programas sociales no son nada en comparación con los problemas de inseguridad a los que se enfrentan a diario.
Al parecer ya no hay para dónde hacerse sin salir afectado, tal como sucede en el tradicional tianguis de los sábados en la cabecera municipal, en el que mientras la ciudadanía realiza sus compran, “les bajan” lo que se puede de sus autos con total impunidad. Lo peor es que, en dicho de los afectados, tuvieron a bien advertir de estos sucesos a elementos policiacos que, al parecer, se limitaron a decir que no podían hacer nada ya que solo se encontraban en servicio de patrullaje y que “advertirían a sus superiores para mandar otra unidad”, cosa que, por cierto, nunca sucedió pues aparentemente pasaron más de 3 horas sin que apareciera nadie; misma situación se vivió en una taquería al ser blanco de robo.
Esto es de lo más leve que sucede en Lerma, aunque la verdadera pregunta es, ¿Dónde están los casi 40 millones que se destinan a los 175 elementos de seguridad pública municipal? Esto sin contar con el recurso destinado a uniformes, armas, incluso certificaciones. No vaya a ser que suceda lo mismo que se ha denunciado en Servicios Públicos, donde aparentemente se le castiga al personal no dándoles gasolina si no cumplen con una cuota.
Porque lo que sí hay que destacar es que, en muchas ocasiones, este tipo de situaciones no son culpables los policías, aunque solo recaiga la responsabilidad en ellos, sino que son envueltos por un mal manejo del área, una serie de deficiencias en cuanto a suministros y un conjunto de acciones presumiblemente corruptas que no solo terminan pagando ellos al estar bajo el escrutinio de la gente, sino la misma ciudadanía lermense.
Ariz Vega